Cuando decimos que nos gusta dormir en un ambiente acogedor, escondemos tras esas palabras, más de lo que nosotros mismos sospechamos. La ciencia ha comprobado que las variaciones de temperatura alteran el sueño, por lo que tanto el calor excesivo como el frío interfieren en nuestro descanso.
Dependiendo del tipo de persona que seas, puede que te afecte más el frío. Por lo que en esas noches invernales sueñas con algo que te caliente un poco y te permita alcanzar ese sueño profundo y reparador.
Pues bien, además de encender la calefacción, ajustar la iluminación y, por supuesto, elegir los edredones adecuados. Te contamos que existen algunas recomendaciones maravillosas para preparar tu habitación y que pueden ser de gran utilidad para manejar el frío.
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Entrar en calor
Muchas personas se concentran únicamente en la temperatura de la habitación. De allí que se regulan los calentadores para lograr una lectura con la que consideremos que estaremos a gusto. Sin embargo, al entrar en la cama, las cosas no salen tal como las planearon y el frío hace de las suyas.
Esto sucede porque, para lograr la temperatura ideal hace falta más que un control sobre el medio ambiente dentro de la habitación. Hay otros factores fundamentales, como por ejemplo, la cama, el cuerpo o el pijama.
Una pequeña rutina para entrar en calor podría ayudarnos a elevar la temperatura del cuerpo y afrontar mejor el frío. Comienza por darte un delicioso baño caliente, esto te ayudará también a relajarte.
Luego, toma una taza caliente, como una sopa o un té libre de cafeína. Procura que no sea algo demasiado pesado o la digestión lenta no te dejará dormir.
Elige un buen pijama
Una vez que tu cuerpo haya entrado en calor, debes elegir cuidadosamente tu ropa de dormir. Si eres friolento, lo ideal son los pijamas bien cubiertos, holgados para una buena circulación de la sangre. En caso de que sientas que tus pies tardan en calentarse, usa calcetines para ayudarte un poco.
La temperatura de la cama es fundamental
Las noches más frías, lo ideal es contar con un nórdico que ayude a mantener la cama caliente. Desde luego, las sábanas que elijas también desempeñan un papel sustancial, ya que los diferentes materiales ofrecen mayor o menor calidez.
Elige aquellas ropas de cama cuyos materiales atrapen y mantengan el calor. Si las noches son muy húmedas, puedes decantarte por materia prima con propiedades absorbentes.
El colchón también tiene mucho que ver en la temperatura de la cama. Tanto el material con que está elaborado como su firmeza pueden ayudarnos a mantenernos más cálidos durante la noche. Por ejemplo, el látex mantiene el calor, sin afectar la transpiración. Al mismo tiempo, una estructura demasiado firme, permite mayor circulación del aire, por lo que aumenta las corrientes.
Cúbrete por capas
Muchos expertos recomiendan cubrirse con varias capas, preferiblemente con diversidad de materiales. De esta forma, a medida que el cuerpo entre en calor, podrás ir eliminando algunas de las mismas, hasta llegar al punto ideal para conciliar un buen sueño.
Lo mismo sucede con el pijama. Usar las prendas por capas y retirarlas a medida que el cuerpo se calienta es lo ideal. De allí que algunas personas utilicen medias solo por unos minutos, por ejemplo.
Incluso, algunos médicos recomiendan eliminar por completo la ropa, ya que la desnudez favorece la regulación natural de la temperatura del cuerpo. Eso sí, conserva tus cobijas para atrapar el calor.
Es necesario recordar que para dormir bien se debe estar cómodo y ligero. De esta manera tanto la oxigenación como la circulación se mantienen óptimas durante las horas de descanso.
El clima en la habitación
Por último, pero igual de significativo, hay que generar un clima apropiado dentro de la habitación. Desde luego, encender la calefacción es la primera opción que nos viene a la mente, sin embargo, hay un par de cosas adicionales que podemos realizar para lograr una temperatura acogedora.
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Para empezar, mantener la calefacción encendida toda la noche, puede generar el efecto contrario y crear un ambiente demasiado caluroso. Un par de horas antes de tu horario habitual de dormir, programa la temperatura para llegar a los 18° C y deja que la habitación se atempere. Justo al momento de acostarte, apaga la calefacción.
¡Cuidado con las corrientes de aire!
La idea de temperar el cuarto antes de ir a la cama es que el calor se mantenga durante la noche, sin necesidad de dejar el calentador encendido. Para ello debes asegurarte de que el aire no está escapando por ninguna ranura, generando así corrientes frías.
Muchas veces, estas fugas están en las junturas de puertas y ventanas, y pueden cerrarse temporalmente con silicona, bajo puertas o similares. Si no cuentas con ello, puedes ingeniártelas con algunas telas, que seguro cumplirán muy bien la función en esas noches de invierno.
Hora de relajarse
Además de controlar la temperatura, recuerda relajar un poco la mente y el cuerpo para que el descanso sea profundo. Así que te recomendamos cenar al menos un par de horas antes y apagar el móvil.
Evita también tratar temas laborales o que generen estrés. Busca conversaciones amenas y que inviten pensamientos positivos. ¿Qué tal un poco de música suave? Puedes ponerla unos minutos antes de irte a la cama o llevarla contigo a la habitación para dejarla a un volumen muy bajo durante toda la noche. ¡Verás cómo duermes profundamente!